Jamás está de más insistir sobre las destrezas individuales en el colectivo del equipo. Más allá de las capacidades naturales de cada uno para habérselas con un balón, hay bases que todo jugador de rugby debe dominar, no importando el puesto en el que se desempeñe en el equipo.
Por Géo TÉRMICO
En un pase aproximativo, un kick errático o un tackle fallido, hay siempre una probable factura a pagar y que puede traducirse en un scrum, en un balón interceptado o recuperado o peor aún, en un try en contra. Es verdad, que como todos los deportes de oposición, el rugby se alimenta de los errores y fracasos del adversario, pero existe un cierto número de acciones individuales en los cuales el jugador no puede hacer prueba de inconsistencia.
Estos fundamentales individuales se refieren a varios temas mayores: el control del balón, el pase, los ángulos de carrera, los kicks, los tackles.
Quién habla de de destreza individual habla de aprendizaje y trabajo de éstos. Como un pianista hace sus ejercicios o el bailarín se sirve de la barra, el rugbista repite sus pases. Siempre será bueno de volver a las bases para empaparse nuevamente de los gestos más simples. Incluso los grandes jugadores no lo desdeñan y en el entrenamiento de un primer equipo volver a trabajar estos fundamentales, individuales y colectivos a menudo olvidados o descuidados, no es menor y constituye un excelente trampolín para la preparación de movimientos colectivos del grupo.
No hay edad para volver a aprender a aprender, y las escuelas de rugby que insisten con los más chicos en el ABC del juego son las mejores. Tener un conocimiento preciso de las reglas, dominar debidamente un balón, dar buenos pases, saber patear de forma conveniente con los dos pies, poder realizar un tackle correctamente. El conjunto, asimilado, repetido y mantenido, da al jugador el bagaje de base del rugbista.
Llega entonces la especificidad, la que impone al full back o a la pareja de medios trabajar mucho más los kicks o que pide a los tres cuartos ser más rápidos que un tercera línea. Se inscribe en la continuidad del trabajo de las bases y debe constituir una preocupación particular que tiene la misma constancia.
Otras nociones como la intuición o el sentido del juego vendrán a injertarse sobre este bosquejo. Serán entonces para el jugador ventajas de las cuales poder extraer la quintaesencia.
Fuente: Notas de Rugby, Tata Navarro