Unas de las características del rugby es la constante evolución de las reglas, considerando, al mismo tiempo, que tales cambios no alteran su esencia propia. Se busca dinamizar el juego, evitando la ruptura del tiempo muerto.
Por Jorge SÁMANO
Desde hace más de una treintena de años, la tendencia es hacia un rugby de mayor compromiso físico y que busca el contacto, con fases de juego generadoras de agrupados, algo que multiplica la intervención de los árbitros. Todos los años hay instrucciones, clarificaciones dadas en lo que es el juego de recuperación desde el piso en particular, pero también en la hilera y sobre todo en el scrum, vasto tema de debate y de interpretación, antes, durante y después de los encuentros. Al parecer esta situación tiende a perdurar. En definitiva la cantidad de penales no parece disminuir significativamente y en este sentido la importancia de uno o dos pateadores es de vital importancia en el dispositivo de un equipo, las estadísticas señalan que el número de puntos marcados vía tiro a los palos, especialmente en partidos internacionales, está en franca progresión. Podríamos explicar tal tendencia por la calidad de los pateadores o del material utilizado (balón, zapatos, utilización de un tee o arena para ubicar de mejor manera la pelota). Los especialistas opinan que la calidad de los pateadores actuales es prácticamente la misma que la de aquellos en los años cuarenta. Pero es posible pensar que el juego actual da mucho más ocasiones para marcar puntos, sin necesariamente aproximarse al in-goal adverso para marcar un try.
Tomando como caso de estudio el otrora llamado 5 Naciones, entre el año 1948 y 1991, podemos constatar que entre 1948 y 1968 el número de tries es superior al de penales convertidos. A partir de 1968 (salvo en 1970), esta tendencia se invierte y el número de penales convertidos es francamente superior al número de tries marcados.
Precisemos que en 1968 hay un cambio de reglas (try de 4 puntos, patada indirecta al touch pasados los 22 metros, regla de los 10 metros en el line, etc.). La búsqueda de un juego más dinámico por parte del legislador pareciera crear condiciones de juego que desemboca en una mayor cantidad de penales, lo que obviamente no era el objetivo esperado.
Es cierto que el legislador ha tomado últimamente la precaución de probar las modificaciones en situación de juego real antes de aplicarlas. Pero existe aún así un gran margen de interpretación, donde entran en línea de cuentas comportamientos individuales y colectivos de creación, por parte de los jugadores frente a la novedad aportada por la regla. Finalmente, el tema es zanjado por la intervención de los árbitros. Estamos en plena contradicción ya que lo buscado no es de esa forma obtenido. Las interpretaciones son diferentes de un país al otro, de un hemisferio al otro, lo que no crea un clima sereno cuando se trata de partidos internacionales, ya que es difícil modificar automatismos adquiridos en las competencias locales.
Desde 1985 a 1989 el número de puntos marcados de penal será superior a los marcados gracias a un try (615 puntos contra 604). Si agregamos a ello las conversiones (no contabilizadas), podemos estimar que la importancia de un pateador es capital.
En cuanto a las ocasiones que el juego brinda para que haya tal supremacía, podemos indicar que es debido a:
– el legislador (reglas demasiado complejas);
– los jugadores, debido a su desconocimiento de las sutilezas reglamentarias;
– los entrenadores que se niegan, con el fin de asegurar un resultado, de preconizar un juego tendiente a conservar prioritariamente la vida del balón, privilegiando a cambio la eficacia del pateador, a pesar de empobrecer el espectáculo;
– los árbitros, a menudo más preocupados por el reglamento que por el juego.
En definitiva todo el mundo.
Pensando que mañana se llegue a acordar un valor diferente a los penales, el pateador tendrá de todas formas un lugar de privilegio en un planteo de juego. Tendrá que ser cada vez más eficaz si consideramos el porcentaje de éxito sobre las ocasiones brindadas frente a los palos en cada partido, más que la cantidad de puntos marcados.
Ser pateador no está al alcance de cualquier jugador, patear a los palos exige numerosas cualidades tanto en el plano físico como en el mental.
Fuente: Notas de Rugby